Todo te lo puedo dar menos el amor, baby

El recuerdo de Isabella Blow tiene algo de aquel leopardo doméstico que sólo se calmaba con la canción de “Todo te lo puedo dar menos el amor, baby”. Por lo menos, en lo que se refiere a esa imagen de fiera estilística, extraída de su aristocrático elemento, y parapetada entre los cuernos, mariposas y langostas que adornaban su cabeza, surrealista y exquisita.

Es curioso pero con Isabella Blow me ocurre lo mismo que con Martirio. Despojadas de sus irreverentes complementos, parecen insulsas, desobedientes, indiferentes. Mucho sabían de cómo gestionar la marca personal y de cómo generar toda una iconografía a su alrededor. En cualquier caso, no es mi intención comparar a la Blow y a la Martirio, ni mucho menos, pero más allá del azabache de sus pelos y del rojo de sus labios (y de los dientes en el caso de Blow, marca de la casa impresa con Rouge Coromandel), se puede interpretar ese espíritu provocador y trasnochado como un disfraz para ocultar quién sabe qué.

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Martirio e Isabella Blow

Siento especial predilección por la gente rara y extravagante. Por aquellas mujeres que disfrazan su exterior para proteger su interior y enviar una información confusa que hace que los no allegados  nunca logren saber cómo son en realidad.

Claro que Blow no fue la única. Ana Piaggi también fue ecléctica y excesiva, pero a la italiana, que suele ser una forma aún más barroca; y también fue muy amiga de de sus amigos modistos. Y también exhibió su armario, pero no en Somerset House, sino en el Victoria and Albert Museum. Así que es cierto eso de que quien tiene un amigo creativo y talentoso, tiene un tesoro, además de un gran vestidor y un patrimonio digno de exposición.

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Anna Piaggi with Stephen Jones.

(Ana Piaggi es la de la izquierda).

Y viendo a estas intuitivas y no pretendidas vacas sagradas; las advenedizas dello Russo, Miroslava,  Ziourova y Sergeenko resultan algo flojas.

Porque repasando la biografía de Isabella Blow, toda excentricidad se queda en anécdota. Quizás en el fondo era más racional de lo que aparentaba, y ese refugio estilístico se trataba de una simple táctica defensiva.

Puede que la cualidad vampírica de la moda tenga algo que ver con ésto. En una entrevista que hizo a The Guardian, decía que a veces se ponía esos tocados impenetrables para evitar tener que besar a extraños, dada la complejidad y lo aparatoso de las estructuras que llevaba. Y lo cierto es que para toda esquivadora de pelmazos, no hay nada como ponerse una pamela modelo Infanta Elena para saludar en la distancia, aunque sean 2 metros, ya sea con la mano, con un “hey” gesticulado con la cabeza torcida o con los ecos de un hola qué tal.

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Hace tres días se inauguraba la exposición “Isabella Blow: Fashion Galore” en Somerset House. Y salí sin saber muy bien si la exposición trataba de Blow o de los “Young British Artists”, pues la muestra afortunadamente resulta, en su mayoría, una exhibición del trabajo de McQueen y de Treacy. Así que en vez de salir impresionada por la personalidad y el carácter de la homenajeada, salí avasallada por el trabajo de estos dos genios.

Sin embargo no hay que quitarle mérito a Isabella Blow. Gracias a su insaciable búsqueda de nuevos talentos, fue descubridora y promotora de estos dos grandes además de otros como Chalayan o Julien Macdonald.

Me decepcionó la falta de documentos inéditos. Tan sólo un álbum de fotos familiar con escasas  fotos de su niñez y juventud y un vídeo donde medio en trance, cuenta lo difícil que es posar habiendo tomado antidepresivos. El resto, son archivos de Vogue y de Tatler donde fue editora, entrevistas de The Sunday Times, y fotos de Meisel, de LaChapelle y de Testino, recogidas en su momento en distintos editoriales de moda.

Lo mejor es observar a 1 milímetro el vestido de plumas de McQueen con el que desfiló Rachel Zimmerman, o todos los hits de Treacy como el sombrero barco, la máscara Hellraiser, el tocado langosta, o el victoriano de encaje negro.

Precisamente lo más destacable del recorrido,  es ese cierre con varias piezas de la colección PV 2008 de su íntimo Lee, La Dame Blue, completamente inspirada en la editora-estilista-artista-icono que se había suicidado un año antes.  John Gosling se encargó por entonces de la música del desfile que intercalaba una especie de psico-cacofonías de la propia Isabella.  Y Treacy conmemoraba la ocasión con Bird of Paradise y Red Butterfly Hat, incidiendo en esa inclinación que Blow tenía por la naturaleza, sobre todo por la fauna marina, las aves y las flores, gusto que compartía con sus protegidos  y que reinterpretaba de forma visceral.

Y más interesante  que todo lo anterior, resulta el trabajo paralelo que SHOWstudio ha realizado en un proyecto que recoge distintas piezas audiovisuales como una Fashion Film creada por Ruth Hogben, y también expuesta en Somerset House, así como las fotos del catálogo oficial firmadas por Nick Night (con las que he abierto este post), y diversas entrevistas con sus célebres amistades que desvelan mucho más sobre su personalidad, sus cualidades y algunas de esas rarezas que imprimía en sus trabajos y en los que la muestra oficial no profundiza demasiado. 

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 I can´t give you anything but love, baby .

Isabella Blow´s memory has something to do with that lovely leopard that only felt calmed when hearing the song “I can´t give you anything but love, baby”. At least in what refers to be a stylist fierce, part of the fashion fauna,  out of her natural environment and protected under the horns and butterflies of her head, surreal and exquisite at the same time.

I feel special affection for  that kind of  weird and extravagant “animal party people”. For women who mask their own feeligs under make up, flashy clothing or remarkable pieces, sending us confusing information, so their approach is shocking and only the closest friends get to know what is all about.

Going through Isabella Blow´s biography, every eccentricity turned out to be a banal anecdote, as she might have been more rational than she seemed. The thing is that beyond her wild appeareance and obsessive pursuit of originality, she had a motivation not to make big statements about the fashion concept. Taking a more relaxed perspective and more enjoyable use of clothes, wearing something never seen before in the most extraordinary materials and complexity.

It´s also important the way she worked as a kind of Pygmalion, as she discovered McQueen and Treacy among others,  expecting so much from them, that they finally exceeded her expectantions. And that passion for young creative people is overall her most amazing contribution to the Fashion Industry.

The heart of the exhibition is the McQueen  SS 2008 collection inspired in Blow, who died by her own hand in 2007. La Dame Bleu, shows  not only the feather dress wore by Rachel Zimmerman, but also Treacy’s headpieces including all of her favourite motifs such as feathered creations, butterfly swarms and metal visors. The theme of birds throughout McQueen’s collection was also particularly symbolic of Isabella and was fully displayed in this show which you can enjoy in a huge screen at the end of the showcase.

And also to celebrate Somerset House’s Isabella Blow exhibition, SHOWstudio honours the extraordinary life and wardrobe of the late fashion editor with a multidisciplinary project featuring a fashion film, editorial images, interviews and essays about her, which in my opinion, reveals much more about Blow´s personality than the proper exhibition which, on the other hand, showcase over a hundred pieces from her incredibly rich collection. And that´s why you can´t miss it, so you can see in short distance all of those iconical pieces.

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