
Me encontraba en un salón de manicura esnifando esmaltes lacados, dudando entre rojo pasión y rojo putón cuando, asombrada de lo que da de sí la pantonera, escucho cómo dos treintañeras que están ya en proceso de secado charlan animadamente sobre tinder, dietas y fitness (qué originales).
Desde que llevo una cuenta publicitaria de audífonos -mientras lo compagino con mis trabajos de redactora freelance- mi salud auditiva ha mejorado mucho, y lo más importante: sin que se note, así que trato de agudizarme aún más pues no puede ser verdad lo que estoy oyendo: “Tía, desde que tomo tanta lechuga y espinacas tengo los ojos verdes”.
Uff. No quiero saber nada más. Va a ser cierto eso de que los treinta son los nuevos quince. A ver si empiezo a sacar la nariz de los esmaltes y de las conversaciones ajenas.
La chica de ojos alfalfa impresionaba por la seguridad con la que sentenciaba sobre los últimos dictados de ejercicio y nutrición. Igual en su adolescencia fue una nerd con brackets (no puedo criticarla porque yo era un poco así y puede que en el fondo lo siga siendo), de esas inocentes almas incorruptas que un día descubren que se puede cuidar el cuerpo además de la mente sin renunciar a los placeres de la vida ni a los principios culturetas.
El caso es que cada lección improvisada que nos regalaba hacía que hasta una ignorante como yo se cuestionara los métodos de la mismísima Kayla Itsines.
Lo primero y lo más importante: los chalecos de electro-estimulación son una mie**a (o no del todo beneficiosos. En este blog explican muy bien los pros y contras). Lo de hacer ejercicio en ayunas una barbaridad -¿en serio?-. Y lo de la fatalidad de las pesas si no quieres aumentar la masa muscular, una leyenda urbana.
Y luego empezó a hablar así como en chino: TRX (entrenamiento en suspensión), HIIT (high intensive interval training), entrenamiento de fuerza funcional, resistencia y estamina…. Para continuar con unas descripciones más propias del kamasutra que de un plan de ataque para fortalecer el trasero: que si quat sissy, dragon walks, paseo del granjero…
Su monólogo era como una tesis doctoral sobre el estilo de vida saludable. Yo que he sido una gran admiradora estilística de Eva Nasarre (aunque no soy de esa quinta, ojo) y que seguí paso a paso aquel vídeo de Cindy Crawford que regalaban con Telva –“Moldea tu cuerpo”- pensando que era una adelantada a mi tiempo (siempre he sido muy autodidacta en eso de At-Home Fitness), vuelvo a llegar tarde.
Nuestras prácticas deportivas suelen ir detrás de la última disciplina de moda. Pero más que seguir modas, muchas veces lo que hacemos es ir probando hasta dar con aquello que realmente nos motiva y que obtiene resultados.
Ya no importa el naming que le pongan a los ejercicios ni que traten de vendernos hasta el entrenamiento creado por el ejército americano: “del campo de batalla a tu rutina”, dicen, para hacer que nos enganchemos a una prometedora filosofía de vida. Son tan creativos y tan modernos, que hacen que nos replanteemos volver a la dieta paleo y a la pesca con mosca.
Lo último que he leído consiste en personal trainer+coach life o wellness coach. Son profesionales que asesoran a través de consejos nutricionales, entrenamiento y asesoramiento emocional. Esto no es que le cuentes al entrenador tus movidas personales, pero sí detectará qué puntos de tu complicada cabecita debe tener en cuenta a la hora de crear un programa específico que potencie una evolución no sólo corporal sino también personal. Al final todo es cuestión de autoestima. Hay un conocido experto en transformaciones, coach y orador motivacional, que mide y sabe qué palabras necesitas escuchar para conseguir ese avance.
Si por deformación personal eres de las que ven ese tipo de tácticas a la legua y no te las crees, no importa, puedes pasar del tema y dedicarte a tu fitness plan.
¿Pero transformar el cuerpo te puede transformar la vida? ¿De verdad el cuerpo es tan poderoso? Después de varios años haciendo un mix de deportes y probando todo lo nuevo, me he dado cuenta de que el cuerpo moldea la identidad. Sé que necesito deporte y actividad en mi vida para bajarme a la tierra y mantener unos niveles de serotonina que no hagan que quiera tirarme por la ventana cada vez que tengo una contrariedad.
Sé que si mi cuerpo es fuerte y sano, mi actitud también. En cuanto dejo de hacer deporte adelgazo y me cuesta estar en mi punto. Al hacer ejercicio tengo más apetito y gano masa muscular (el miedo que me da Madonna hace que sea más comedida de lo que me gustaría). Y sí, hay gente que hace deporte para no perder peso. Me sienta bien este tipo de vida, aunque tengo la certeza de que si llego viva a los 57 volveré a fumar (mis antecedentes indican que no voy a ser muy longeva).
Por eso cada uno tiene su motivación. La mía no es vivir muchos años ni la crisis de los 35 (todavía tengo muchísimas cosas en la lista). Simplemente en este momento de mi vida me viene bien entrenar y así lo hago. Y si mañana me viene bien hacer parapente o bailar salsa, pues así lo haré.
Con esto de la actividad física, nuestros fantasmas seguirán estando ahí, pero a lo mejor nos enfrentamos a ellos de otra manera.
Igual esto me hace recuperar la fuerza perdida para reintentar lo que pienso y voy a hacer con mi vida profesional.
O consigo acallar ese a veces pesadísimo y auto-destructivo diálogo interno; o doy con algo que canalice mi desasosegada energía. Hay tantas motivaciones como personalidades, solo hay que saber aplicar la psicología adecuada.
Ahora se completan estos programas de entrenamiento personal a través de asesoramiento de imagen, para aquellas que buscan una transformación integral ( o para las que aún no saben cómo sacar partido a su nuevo y tonificado cuerpo). Muchos centros y clubs de fitness ya han incorporado la figura de la estilista en su cartera de colaboradores para crear un cambio 360º en aquellas clientas que lo necesitan (principalmente mujeres).
Las blogueras que mantienen cierto recorrido hace tiempo que han virado hacia la tendencia healthy o lifestyle y ya solo postean un estilo saludable, nada de fiestas y alcohol; se dejan seducir por dietas detox y hasta las más osadas crean su propio programa de entrenamiento. Hemos pasado de “it girl” a “fit girl” casi sin darnos cuenta, y probablemente las que son un fraude tendrán un ocaso parecido al de las fashion ego-bloggers cuando les llegue el momento. Además de enseñarnos el modelito #activewear de turno, nos muestran platos super-healthy de muchos colorines. Ah y mucha foto marcando abdominal y del antes y el después (esos son los que más triunfan).
Luego están las profesionales: Vikika Fitness, Isabel Barrio (On my training shoes),Paula Butragueño (Inspirafit), Miriam Albero (Vogue),Anna Victoria, Amaya Fitnes (En Forma.es), Amanda Bisk, o Cristina Mitre (yo no corro, vuelo).
La más marketiniana sigue siendo Kayla Itnises , con su método que puedes comprar desde 54,99 dólares/trimestre. Su claim “sweat with Kayla” lo dice todo.
El sector instagrammer – bloguero masculino lo desmontaré en otro post porque esto da para mucho.
Y los entrenamientos hiperselectivos, espartanos y militares en los que debes tener unas condiciones excepcionales, de serie, para ser admitida The Skinny Bitch Collective .
La fiebre de lo healthy llega también a los regalo-experiencias con packs muy originales, como el último que he visto en un hotel muy conocido: jornadas de 60´de entrenamiento + TRX+ boxeo + 60´de masaje por 130€.
¿Y de la moda deportiva o activewear ? o ¿qué camiseta aguanta infinitos lavados? Primero caímos todos, deportistas o no, con la tendencia urban sport o casual wear (aún lo vemos en algunos rezagados). Ahora, esas mismas prendas deportivas de diseño pensadas para la calle te las puedes llevar al entrenamiento. Te dará pena sudar una camiseta de precio superior a 10€ pero luego te das cuenta de que ya está amortizada y que te sientes más cómoda, más segura o más motivada con ropa menos técnica y más estilosa. Si te gusta la moda y eres creativa, entenderás perfectamente de lo que hablo. Y si eres una friki de la ergonomía, pensarás que no tengo ni idea de moda deportiva.
En la gama más alta tenemos: Hussein Chalayan para Puma, Adidas para Stella McCartney, Cynthia Rowley para Roxy (además de su propia línea de Fitness), Emporio Armiani x Reebok o Nike x Oliver Rousteing (este último tal vez para arrasar como hizo en su colaboración con HM). Dsquared tiene unas mallas bicolor de 285€ que si vas al gimnasio a ligar o a pasear (que también es respetable) pueden ser una buena inversión?? (menuda locura gastarse ese dinero en unas mallas).
El mercado definitivamente ha dado un giro y ha integrado diseño y forma a la función. Otros diseñadores y marcas alternativas, al margen de las que todos conocemos y fuera de ese universo exclusivo: Oscar Mimosa, Lucas Hugh, Cynthia Rowely´s, Monreal London, Ivy Park (la de Beyoncé),Cushnie et Ochs, Onzie, Spiritual Gangster, Blue Life Fit, Michi, B-Mat…
¿Y los diseñadores españoles? Y eso que ahora mismo hay una gran demanda de ropa deportiva que sea estilosa y asequible -un oxímoron que sigue sin ser explorado-. Sí que han incorporado el concepto sporty como tendencia en sus colecciones, pero no como línea deportiva: tenemos fiesta o noche, eventos BBC, niños y otras colaboraciones puntuales; pero aún hay poca asociación con el deporte. Igual la polémica de aquellas olimpiadas de Londres sigue planeado años después (difícil de olvidar la imagen del equipo español), un terreno complicado, como la cerveza sin alcohol.
Ya sabemos lo que tarda una buena manicura en secar, así que después de semejante tutorial, (su amiga asentía a todo muy callada, bastante acoj**ada) sacó el tema Tinder, qué novedad, qué interesante. ¿Para qué queremos Tinder si en el gimnasio de la esquina hay unos tíos normales (haberlos haylos) y simpatiquísimos, con ganas de sacudirse el estrés de la oficina y sacar a relucir “la mejor versión de ti misma”?