En “Mi filosofía de A a B y de B a A”, Andy Warhol dice que hay una verdad axiomática que consiste en que cuando dejas de querer algo, lo consigues. Así que he decidido que ya no quiero trabajar en moda.
La filosofía warholiana también tendría algo que decir de otros axiomas actuales, como el nacimiento/decadencia/muerte de los bloggers y de la proliferación de blogobasura (cada uno que valore si este blog también lo es), y la forma en que todos creemos formar parte de la moda, tan sólo por ser pseudoestiloso y tener un ego-blog en el que exhibirse y asistir a eventos con otros compis de ¿profesión?.

¿Pero que hay que hacer realmente para trabajar en este gueto? ¿Qué hay que tener?. ¿Padrinos?. ¿Fly? ¿Party? ¿Sabrosura?. Por favor que alguien me diga a quién tengo que enviarle la caja de Princesitas de la Confitería La Playa y en función del grado de enchufe veremos si va de cuarto o de kilo.

Nunca pensé que sólo por tener cierta sensibilidad hacia la moda, podría entrar a formar parte de ella. Hay muchísimas niñas monas que visten bien, con agudo sentido estético y muy espabiladas. Y obviamente ésto no es indicio de dominar la cadena de valor y tampoco evidencia que detrás haya una inquietud más profunda, una formación, o un criterio sólido. Me niego a pensar que el perfil de candidatas a optar a un puesto de trabajo en esta industria, encaje en dicha descripción.
Y yo que no soy ni mona, ni artista, ni exhibicionista, ni pretendo vestir bien, aunque mi madre y mis abuelas quisieron hacerme creer lo contrario ¿qué debo hacer?.
No pierdo demasiado el tiempo en esas historias precisamente porque me da exactamente igual lo que piensen los demás. Recuerdo que una vez hice un ejercicio que consistía en ponerme lo peor que tenía en el armario. La idea era hacerlo durante una semana (lo hice 3 días porque tenía una reunión y no era plan de ir medio disfrazada, así que dejé el experimento). Se trataba de llevar lo más pasado, lo más deteriorado, las combinaciones más extrañas, lo más hortera. Tenía que sentirme incómoda y poco favorecida. Lo más rancia posible.
Como no tenía nada extravagante ni estropeado (a mi juicio), lo que hice fue coger alguna prenda de mi madre adquirida en algún trance, que ni ella se ponía y hacer mezclas raras. Y aún así, alguna despistada o en exceso educada, me decía que le encantaba y que dónde me había comprado el conjunto. El objetivo era ver si mi forma de relacionarme cambiaba según la ropa que llevara. Y darme cuenta de hasta que punto la ropa hablaba por mí. Aunque aquello fue una chorrada, me sirvió muchísimo para tomar conciencia del grado de seguridad y de confianza que proporciona el identificarte con lo que llevas puesto.

No deja de ser irónico que ni las sensibilidades adquiridas ni las innatas, nos lleven hacia dónde queremos. Mi sensibilidad por el sector automovilístico era nula, y tuve que adquirirla sustituyendo el Vogue y Harper´s Bazaar por Autobild y Motor 16; y además de una gran experiencia fue un enorme aprendizaje, sobre todo por las personas de las que aprendí; pero es frustrante que desde que trabajara en una cuenta de este sector, haya tenido recientemente dos nuevas ocasiones de volver a hacerlo; aunque yo me empeñe en ir en otra dirección. Si yo fuera contratadora, no elegiría a alguien sólo por su desarrollo pasado sino por su potencial futuro, por sus intereses y aptitudes reales, y no por lo que diga su CV sino por lo que diga ella por sí misma.
Dentro de mi ignorancia, sé infinitamente más sobre tejidos que sobre llantas, pero: “ah aquí dice que has trabajado 5 años para la cuenta de tal y cual y otros 5 años en blablabla, entonces claro ¿cómo vas a trabajar en algo en lo que no has trabajado antes?”.

¡¡¡ Intruder, outsider!!!.

Yo no dejaría escapar a alguien que reúne formación, pasión, muchas ganas de trabajar y ese “algo” tan indefinible y mucho más valioso que el resto. Y sin duda me fijaría en las motivaciones de quien después de diez años tragando, decide por fin, dar un volantazo.

¿Cuántas veces hemos escuchado que da igual anunciar un coche, que un reloj que un perfume? Esto es de 1º de Indignación. ¿O es que la moda no es un producto?. Yo, que en ocasiones veo fantasmas y dudo entre Brisa del Mar y Brisa Marina, tengo clarísimo que aunque deje de querer algo, inevitablemente seguirá latiendo y en algún otro momento absurdo de la vida (como el que he tenido hasta ahora), resurgirá y lo volveré a desear.
Y lo peor de todo este proceso de transición a ninguna parte, es cuando tienes que escuchar historias ajenas. Como la de fulanita, a la que despidieron y de repente paseando por la calle vino Dios a verla y ahora tiene un trabajo de la XXstia y se está tomando sólo tres días de descanso porque en Septiembre tiene que presentar la nueva colección y claro monina, es que la moda es muy estresante.
Es una sensación parecida a cuando la gente te mira apenada y te cuenta como conoció a su marido/novio/amigo/rollo y te dan el pésame como si a tus 32 años ya se hubieran muerto todas tus expectativas. Y resulta querida conocida, que por cierto, no me conoces de nada, que jamás querría un marido, un novio o lo que sea como ese que tienes tú, y que en ese estado de embriaguez que produce el inconformismo y el espíritu selectivo, prefiero seguir buscando o seguir esperando, para en el mejor de los casos, continuar tan estupenda como hasta ahora.

Hay un gran consejo que siempre repetía mi tío Luis y que nunca olvido y es que cada empresa en la que trabajes sea la empresa de tu vida. Aunque en el fondo sepas que estás de paso. Que no es lo tuyo. Aunque el creativo de turno se considere más guapo y más listo que tú mientras que con sus chanclas apoyadas sobre la mesa (porque sí, algunos sin tratarse de ningún experimento van a la oficina en chanclas) juzga tu trabajo. Aún así, hay que aceptarlo y trabajar de verdad como si fuera el trabajo de tu vida sin que decaiga el ánimo.

Y aunque sospeches que en cualquier momento la espada de Damocles caerá sobre tu cabeza.
Como si no hubiera nada más importante que eso. Creértelo, y siempre con una sonrisa, dar lo máximo de ti y que se vea reflejado en tu trabajo, aunque cuando llegues a casa no puedas contener las lágrimas.
Y si dentro de un año releo este post mientras que espero en cualquier agencia a las 10 de la noche para mandar los jpeg que con mucha seguridad tendrán cambios porque no responden al briefing, lo haré con una sonrisa de oreja a oreja, como dice mi familia y mis grandísimas amigas que siempre escuchan y animan mis miserias, sabiendo que tuve un agite mental importante, que no me quedé parada, como una momia de brazos cruzados, como hace la gran mayoría. Y seguiré alimentando a la fiera, aunque no pueda ser de modo profesional. Y sin justificarme precisamente porque nunca juzgo a los demás (ni si quiera a los creativos que van en chanclas a trabajar).

Y lo haré sin perder de vista otro axioma fundamental en la vida que no es de Andy Warhol, sino de mi madre (que era mucho más moderna y mucho más sabia) y es que “Tú puedes ser y puedes hacer todo lo que te propongas”. Ah y otro muy bueno, también de ella, que va dirigido a los que tienen en su mano la facultad de facilitar oportunidades profesionales: “Manos que no dáis, ¿que esperáis?”.
¡¡Cuánta razón!! No hay que perder la esperanza, porque todos podemos conseguir lo que realmente queremos (si trabajamos), y no debemos ser arrogantes, porque todos podemos perder lo que tenemos en segundos. Tú sigue dando, porque estoy segura de que en menos que cante un gallo la vida te dará todo lo que te mereces, que es algo definitivamente grande.